"Antes comía bien y ahora me rechaza la mayoría de las cosas que le ofrezco. Estoy agotada con el tema, ya no sé qué hacer."
Esto lo escucho casi todos los días de mis alumnas y seguidoras... pero el problema no es ese, el problema real es que no se atienda a tiempo y esto se vuelva un problema a largo plazo donde:
- El momento de la comida sea un momento de estrés para toda la familia.
- Además de que tú la pases fatal e incluso se pueda convertir en un problema con tu esposo.
- Tu hijo desarrolle una muy mala relación con la comida afectando su crecimiento y desarrollo.
- Y a largo plazo, sea un adulto enfermizo o con alguna distorsión en su relación con la comida.
Déjame decirte que... ¡te entiendo!
Soy nutrióloga, pero también mamá, y cuando Loreta cumplió 1 año se empezó a volver cada vez más selectiva con los alimentos y con un apetito súper cambiante (la mayoría de los días, con un apetito muy bajo). Además, cada consulta con el pediatra el tema de su peso era estresante porque obviamente no subía de peso como debería.
Así que después de mucho trabajo interno y de aplicar toda la teoría y ajustarla, llegamos a un mejor lugar donde yo entiendo y respeto las fluctuaciones en su apetito. Sé cómo lidiar con sus fases de ser muy selectiva y cada día es una mejor comedora jajaja pero lo más importante es que yo disfruto mi hora de comida, ya no me desgasto con el tema y ella está perfecta en su crecimiento y desarrollo.